lunes, 7 de marzo de 2016

Una visión de futuro

Una vez dado una serie de pasos importantes en el desarrollo de esta asignatura, y sobre todo, en nuestra formación, Miguel Sola consideró importante y necesario el destinar varias clases a la creación de nuestro modelo de escuela

Bajo nuestro punto de vista, jamás podríamos alcanzar la creación de una escuela ideal de manera completa por varias razones.

En primer lugar, porque las escuelas deben cambiar, actualizarse y adaptarse a las situaciones que se dan, siendo imposible establecer algo y considerarlo como definitivo.
Por otro lado, nosotros aún no somos maestros y nos queda un largo camino que recorrer hasta conseguir adquirir una formación aún más profunda que nos ayude a la hora de saber gestionar y plantear la situación escolar.

Aunque estos aspectos mencionados anteriormente son una pequeña "traba" en la elaboración de nuestra escuela, nos consideramos capacitados para, tras haber leído los documentos del Campus Virtual y del Blog de Miguel Sola, tras haber investigado por Internet y Libros acerca de expertos en la materia, y tras ser partícipes de la conferencia con los dos magníficos profesores de Cádiz, crear un diseño y reflexionar acerca de lo que nos ocupa e ir mejorando poco a poco nuestro diseño.


Noelia y Manolo, voces expertas en este ámbito, nos han enseñado que todo está en nuestras manos, y para lograr este objetivo la única manera de conseguirlo es formarse lo mejor posible.


Ya nos lo hizo ver así Miguel Sola al comienzo del cuatrimestre, pero con ellos hemos profundizado aún más en el tema.


Nosotros, jóvenes estudiantes de magisterio y ex-alumnos de primaria, creemos que debemos de reorganizar de una manera casi radical la organización de este periodo escolar, pues a partir de nuestras experiencias personales hemos sido partícipes de las carencias del sistema escolar y hemos podido ver sus defectos. Por tanto nos disponemos a presentar nuestro prototipo de escuela.


No concebimos una clase en la que todos los alumnos se mantenga rígidos, en filas, atentos al profesor. ¿De qué sirve eso? ¿Realmente vamos a aprender algo escuchando a un profesor hablar y hablar sin parar?. La respuesta es evidente. Las disposiciones de la clase deberían contribuir a que todos los compañeros pudiesen mantener contacto visual entre ellos y, del mismo modo, con el profesor. De este modo fomentaríamos un clima de intervención de los alumnos y de control por parte del docente.




En el proceso enseñanza-aprendizaje el alumno ha de ser el eje fundamental, en torno al que gire todo el proyecto educativo. Dejamos de lado los casos de individualismo, sustituyendolos por los trabajos o proyectos grupales pues pensamos que son el mejor método para formarse como persona en el futuro. El trabajo cooperativo forma parte de currículo del alumno y es uno de los procesos por lo que hemos experimentado una relación más estrecha entre profesor y contenido (conocimientos), pues según  Johnson, D. y Johnson, R. (1991) se trata de lograr los cinco elementos esenciales: interdependencia positiva, interacción cara a cara, responsabilidad individual, habilidades sociales y el procesamiento grupal autónomo. Por lo que es una de las piezas claves en nuestro concepto de escuela ideal.


Todos estamos de acuerdo en que las asignaturas deberían valorarse por igual, existiendo una total equidad entre ellas, tal como dijo Ken Robinson en esta entrevista “la educación actual está dividida de forma piramidal, dando más importancia aquellas más técnicas que a las artísticas”.

Se debería aumentar el número de clases de educación artística, educación ciudadana y física para así contribuir a un mejor desarrollo emocional y físico del alumnado.

Un buen método para captar la atención del alumnado es la distribución de las horas de clase y lo que acontece al recreo, pues pensamos que este aspecto debería de ser remodelado. En primer lugar, el horario de la escuela debería de ser de seis tramos de 45 minutos y cada dos tramos un cuarto de hora de descanso, lo que implicaría un periodo en el que los menores tienen el suficiente descanso para afrontar los dos tramos posteriores, sin perder el hábito de las clases.


Nosotros, los docentes del futuro, debemos cambiar el método.

Abandonar los libros y las estrechas unidades sería una solución. ¿Por qué no recurrir a la movilidad en clase, a los trabajos cooperativos y a las actividades didácticas y virtuales?


La inclusión de la tecnología en el aula como fuente de conocimiento y de ayuda es algo fundamental, que creemos que todos los actuales estudiantes de magisterio compartimos. No pensamos en una inclusión radical de los sistemas tecnológicos, debe de haber unos aprendizajes previos para evitar frustraciones en los estudiantes y con ello una buena formación del profesor tanto en lo tecnológico como en lo social, pues de no ser así causaría problemas en el alumnado como la acentuación de las desigualdades sociales, ya que no todos los estudiantes tienen acceso a éstas.


Por tanto, siguiendo la premisa de Noelia y Manolo, el profesor requiere de concienciación para adecuarse al papel que ha de desempeñar en este aspecto y por ello ha de estar en continua formación.


Con respecto a los métodos de evaluación, la calificación queda anticuada y totalmente desfasada, además de ser un instrumento que fomenta la escuela segregadora. Una evaluación basada en el seguimiento diario para analizar qué puntos hay que reforzar en las distintas áreas educativas sería lo idóneo.


A modo de conclusión, nuestro modelo de escuela manifiesta un cambio básico para la mejora de la calidad educativa en España, según nuestra opinión. 
Basado en la escuela inclusiva, se debe compartir y profundizar en los temas de clase y a partir de experiencias reales, poder experimentar para avanzar.





Referencias:


  • https://www.csudh.edu/dearhabermas/cooplrn.htm
  • https://www.youtube.com/watch?v=UlAs4wPtBEU

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